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martes, 22 de marzo de 2011

¿ENRIQUECIMIENTO O CONTAMINACIÓN DEL VOCABULARIO? (y II)


No debemos olvidar que nuestro idioma es de los más ricos que existen, y que prácticamente tiene una palabra para cada situación, siendo por ello tan preciso que ninguna palabra es sinónima de otra en todos los contextos.

Temo que en nuestras escuelas, universidades y, por supuesto, medios de comunicación no se cultiva lo suficiente el vocabulario, de manera que ya un gran sector de la sociedad usan términos de manera errónea creyendo firmemente que son correctos por el mero hecho de que los que les rodean también lo usan así.

A día de hoy, todavía hay en las Universidades, profesores de Arquitectura Técnica o Ingeniería de la Edificación, que hablan de sus alumnos como futuros aparejadores, en alusión a titulación universitaria que hace casi 35 años que no se imparte. O madres que creen que sus hijos, licenciados en Derecho, son abogados mientras éstos trabajan en un banco sin ver la abogacía ni de lejos.

Ahora bien, ¿debería ajustarse el diccionario a los usos y significados que realmente se les dan a los palabras, o es la población la que ha de hojear estrictamente sus páginas? Mi opinión: ni una cosa ni la otra.

Tal y como ya escribí en el anterior post, las metáforas son a veces necesarias; pero el diccionario ha de adaptarse a los nuevos tiempos, como ya lo hace. Todos los años se añaden palabras nuevas y acepciones para las existentes para ampliar las posibilidades de expresarse “correctamente”, aunque muchas de ellas puedan parecer ridículas e innecesarias. Si estos cambios son suficientes o no, la verdad, no lo sé, cada cual que juzgue por sí mismo porque no voy a entrar en ese tema.

Por mi parte, lo que sí tengo claro, es que cuando alguien recibe una formación superior en cualquier disciplina, lo mínimo es que aprenda el argot y el vocabulario propio de la misma.
Todos necesitamos aprender a hablar de manera precisa, entre otros motivos porque si nos guiamos únicamente por el lenguaje coloquial, cada región, cada ciudad, e incluso cada profesión o barrio necesitarían su propio diccionario.

De igual manera, la escritura es un punto fuerte a cuidar, aunque en este caso, en mi opinión hay excepciones: para ahorrar espacio o dinero se utilizan acrónimos y abreviaturas gráficas: ¿Por qué no usarlas en un SMS a un amigo si los dos nos entendemos perfectamente?
Y es que el vocabulario, la escritura, la vestimenta,… variamos mucho nuestra manera de expresarnos dependiendo si tenemos delante un amigo o un cliente, un familiar o al jefe.

Se puede ser coloquial en el ámbito coloquial, ¿por qué no? Pero se ha de ser formal en el ámbito formal. Y una cosa es que no queramos hablar de una manera demasiado estricta cuando estamos entre amigos, pero otra muy diferente es no saber hacerlo cuando es necesario.

¿Cuál es vuestra opinión al respecto?



lunes, 21 de marzo de 2011

¿ENRIQUECIMIENTO O CONTAMINACIÓN DEL VOCABULARIO? (I)

Os voy a hacer partícipes de un debate en el que participé recientemente: Justo cuando alguien obtiene licenciatura en Derecho ¿es abogado?

Podréis pensar que es una tontería, porque realmente lo es, pero ¿cual es vuestra opinión al leer esta parte del texto? Tomaros un instante y pensar que responderíais.

Abogado

Pues bien, durante la conversación, cualquiera se podía dar cuenta que lo que se debatía no era un problema de menosprecio a aquel que acaba de terminar dichos estudios, como he llegado a creer más tarde que pudo interpretarse, sino un problema de vocabulario coloquial.

Retomando el ejemplo de la pregunta hecha al principio de este post: Justo cuando alguien obtiene una licenciatura en Derecho ¿es abogado? La respuesta es no.

Quizás a muchos, esto le suene raro, pero como todos los abogados son licenciados en derecho, muchas personas lo simplifican pensando que todos los licenciados en derecho son abogados, y no es así: Según la definición de abogado, se puede extraer que abogado es aquel que ejerce la abogacía, la profesión de defender jurídicamente a otros, además de estar reconocido de esta manera legalmente (sí, por los propios “abogados”).

Entonces ¿Por qué muchos de nosotros hubiéramos pensado que el que estudia una licenciatura de Derecho estudia para abogado?

Cuando conversamos en ámbitos coloquiales, tendemos a simplificar las cosas, sobre todo ante personas que no entienden mucho del tema que se está tratando. Absolutamente todo el mundo ha simplificado su vocabulario de esta manera: decimos voy al fútbol en vez de voy a jugar un partido de fútbol, o voy a hacer informática en vez de voy a estudiar la titulación de Ingeniería Informática.

Tan común es esa simplificación, que seguro todos hemos escuchado alguna vez que “Pepito estudia para abogado”, refiriéndose inequívocamente a que estudia la Licenciatura de Derecho, y siendo entendido por casi cualquiera que los oiga.

Pero el planteamiento que motiva este post es ¿hasta qué punto es bueno el uso de estas simplificaciones?

Pues bien, por un lado, no cabe duda que si el objetivo del lenguaje es comunicar un mensaje a otra persona, estas simplificaciones o incluso metáforas son una herramienta más que ayudan a comunicar nuestro mensaje a otra persona. En ese sentido, cuando una de las personas tiene un vocabulario limitado en ciertos temas o de manera general, es lógico hablar con pseudosinónimos y metáforas coloquiales para hacernos entender. Yo diría incluso que a veces es necesario.

Pero insisto: cuando uno de los participantes tiene un vocabulario limitado o en situaciones y términos coloquiales.

CONTINUARÁ EN EL SIGUIENTE POST: ENLACE

IMAGEN: Fernando Carmona

lunes, 14 de marzo de 2011

LO QUE ME FALTÓ EN LA JAPOD'11

El pasado domingo sábado 12 de marzo, se celebró en la Asociación de Vecinos Casco Antiguo de Mairena del Aljarafe la primera Jornada Andaluza de Podcasting: la JAPod11.

Pude disfrutar en este evento de la compañía de algunas las personas que más sigo en la red, desvirtualizarlas, saludarlas, e incluso charlar con ellas.

El hecho de ser un evento muy poco masificado y que todo el mundo se comportara como viejos amigos (no obstante la mayoría nos seguimos en Twitter), facilitó un ambiente de lo más distendido en el que, cerveza en mano, fue fácil disfrutar.

Como sería demasiado largo decir todo lo que me gustó del evento, diré lo poco que eché en falta: ¿Qué me quedó pendiente la JAPod11?:

  • Lo primero de todo, saludar y conocer a los podcaster. Hay muchos con los que me crucé en multitud de ocasiones y bien por timidez o por no saber en ese momento decir, no saludé. Prácticamente estuve sentado al lado de Duarte, Pentxo (ambos de NUA) o José Arocena (CAS) y no cruzamos palabra, y solo son tres de una larga lista de muchos con los que me crucé en varias ocasiones.
  • Charlar con los podcasters que más sigo y sí saludé. Tal y como ya he dicho, la falta de conversación se adueño de mí ese día, y eso evito, que pudiera intercambiar impresiones con muchos de los asistentes. Sin embargo, merece mención la amabilidad de algunos como Joaquín García (Droidcast entre otros), Javi Gómez (La Buhardilla 2.0) o Arturo y Pablo (Gravina82), los cuales hicieron por saludar a muchos de los presentes. A los dos últimos, les debo agradecer el regalo de la chapa de Gravina, objeto más que codiciado por los fans.
  • Recriminar a Juanda en persona (desde el cariño, claro). Los que siguen Gravina82 saben que este miembro tiene una pseudo-deuda con sus compañeros: cantar una canción. A raíz de ello se puso de moda recriminarle en tono de humor que no lo haya hecho aún. Sin embargo Juanda lleva un tiempo apartado del Podcasting por motivos propios y no asistió, por lo que no pudo ser. Espero al menos que pueda volver a pronto a las grabaciones, se le echa de menos y se nota su ausencia sobre todo en el doblaje de la recién estrenada The Mortimer’s Show.
  • Asistir al almuerzo, cena y fiesta posterior. Por motivos ajenos al evento, algunos surgidos de improvisto, no compartí mesa o copas con los asistentes; y viendo el ambiente, ambas cosas prometían. Todo ello a pesar de que dos de los podcasters nos hicieron una invitación expresa.
  • Asistir a más podcasts. Algunos de ellos me los perdí por los mismos motivos que los expuestos en el párrafo anterior.
  • Participar en algunas de las grabaciones. A punto estuve de intervenir, como algún otro, en el debate organizado por los miembros de Trending Podcast, pero por varios motivos me quedé contemplando el show como mero espectador. Uno de esos motivos creo que es de peso: estar peor documentado en muchos aspectos que los participantes del debate.
Pese a lo que pueda parecer, disfruté mucho de la experiencia. Como se puede leer, no hay nada que achacar a la organización o los participantes; y es que todos los asistentes derrocharon simpatía y buen humor, además de brindarme poder asistir en directo a la realización de unos de mis hobbies. 

Está claro, si el año que viene se repite, no dudare en recomendar a todo el mundo que me acompañe de nuevo a la fiesta de podcasting made in Andalucía.


ACTUALIZADO: He corregido un par de enlaces rotos y un lapsus con la fecha, gracias por los avisos.

miércoles, 2 de marzo de 2011

PARTIDISMOS RADICALES (y II)


Parece que además la rivalidad entre bandos trasciende fuera de la política, al igual que los radicales se llevan su rivalidad a encuentro violentos fuera de los estadios de fútbol.

Da vergüenza haber presenciado como algunas personas, demasiadas a mi parecer, han declarado alegría ante el reciente problema de salud de la política Esperanza Aguirre. He llegado a leer en redes sociales personas que le deseaban lo peor solo por el hecho de ser del otro bando político. Este hecho está perfectamente narrado por Mario G. en un ejemplar episodio de Trending Podcast.

En España todavía arrastramos secuelas de antiguos conflictos. Muchos aún piensan que ser de derechas implica ser fascista, y por tanto seres despreciables; o que ser de izquierdas es odiar a las personar adineradas y a todo lo religioso, llegando a la misma conclusión.

Entonces ¿las buenas personas son apolíticas? Una persona no debería de condicionarse por esas ideas anticuadas, ver a los que no se identifican con el mismo emblema como un enemigo; o lo que es peor condicionar su pensamiento porque si una idea les parece que es lo que harían los otros, dan por hecho que no es buena idea.

Donde vivo existe una panadería de bastante calidad, tanto en productos, precios y trato. En las últimas elecciones municipales, me quedé asombrado al ver y oír como parte de la clientela dejó de acudir a la panadería solo por el motivo de que el propietario aparecía en una lista electoral. Solo por profesar públicamente una ideología política, perdió clientes y empezó a ser criticado por los que antes recomendaban su servicio.

Tanto los casos de la panadería como el estado de salud de cualquier político no es parte del juego. Entre otras cosas porque no es un juego, aunque se invité a participar a todo el mundo.

Una cuestión es ¿Por qué nos radicalizamos bajo el amparo de unas insignias? Ya sean escudos, banderas o siglas, son solo envoltorios.

En un viaje a la ciudad de Córdoba, pude presenciar la discusión (y no debate) entre dos vecinos, en cuyos balcones ondeaban una bandera: en la de uno la bandera española vigente en la actualidad y en la del otro la vigente durante el último periodo de república. Ninguno hablaba de lo que representaba cada una de esas banderas, solo del símbolo en sí: los dos decían que la del otro era basura.

Más tarde, al contar la anécdota, un conocido replicó que la persona que defendía la mal llamada bandera republicana tenía razón. ¿Razón en qué? ¿Acaso las dos no cumplen igualmente su papel, que no es otro que simbolizar España independientemente de estado político? ¿Acaso esa bandera no representaba en aquella época a TODOS los españoles igual que la actual lo hace ahora? A unos les puede parecer una más bonita que otra, pueden estar más conforme con el gobierno o el régimen vigente en cada momento, pero es ridículo que a nadie le parezca menos válida. Pues parece que la bandera solo nos representa a todos cuando gana la selección de fútbol.

En mi humilde opinión, se han de dejar atrás rivalidades que hacen que una persona sea considerada como un tirano por algunos, aunque sea solo por estar bajo una simbología diferente, llegando desearle desgracias de todo tipo. Porque lo que ocurre con escudso y banderas, también ocurre con las personas.

Lo primero que ha de exigirse a un gobernante como tal es que gobierne bien, y no que sea afín a tu partido. Y lo primero que hay que exigirle a una persona, es que sea buena persona.

martes, 1 de marzo de 2011

PARTIDISMOS RADICALES (I)


Tradicionalmente, la política en España es de un nivel pésimo. Así de simple.

Y no lo digo por asuntos menores como la famosa y desafortunada Ley Sinde, ya que el hecho de que una persona no pueda acceder a música, cine o literatura por su elevado coste, no es algo primordial, yo diría incluso banal. Al fin y al cabo, las personas acceden a esos contenidos por ocio y no por necesidad.

Existe en nuestro país una visión de diferentes sociedades. No hay un nosotros común dentro de la política referido a toda la nación: hay un nosotros contra un vosotros; sí, vosotros, los del otro bando.

Y es una pena que en vez de remar todos en la misma dirección y centrar los esfuerzos en llegar a buen puerto, los esfuerzos se centren el luchar para destacar contra el partido político rival. ¿Rival por qué? ¿Acaso no están todos dentro del mundo de la política para un mismo objetivo? Sí, solo que el objetivo no es hacer lo mejor para el país, si no para el propio partido.

Y el problema es que a la sociedad le gusta estar en un bando para poder decir que el suyo es el mejor. No solo en la política. Desde pequeños, se nos inculca a elegir un bando y defenderlo a muerte:
O eres de este equipo de fútbol o del otro. Pero ten en cuenta que si eliges uno, has de rivalizar con los aficionados del equipo contrario…No, no puede gustarte solo el deporte.

Pues con la política pasa exactamente lo mismo: has de ser de derechas o de izquierdas, pero aborreciendo la gestión de los demás; e invertir esfuerzos en desacreditar y hacer autobombo en vez de intentar de hacer bien tu trabajo, aunque sea discretamente. Y es ahí donde reside uno de los grandes males de nuestros políticos: prefieren tomar medidas que les otorguen votos por nefastas que sean; a medidas que  pese a ser impopulares, a la postre sean lo mejor para el país.

Y de colaborar ya ni hablamos: en los tiempos de crisis ningún partido opositor propondrá una medida que ayude a salir del paso para que el partido en el poder no se lleve el mérito de aplicarla. Y lo peor no es eso, si no que aunque lo hiciera, el partido en el poder la despreciaría para que no se llevara ningún otro el mérito de la idea

Y es que al igual que un club de fútbol del más alto nivel, los partidos políticos se han convertidos en empresas privadas que manipulan y gestionan sus empleados para un solo objetivo que no es otro que vender camisetas ganando de jugando de cualquier manera (lo que sería conseguir votos a base de desprestigiar a los demás), en vez de hacer un buen juego.

Solo hay una diferencia: el deporte es una competición entre diferentes equipos donde obligatoriamente unos ganan y otros pierden, pero si el futuro del país o municipio no se gestiona bien, perdemos todos.

¿Por qué me viene esta reflexión?  Lo analizaré en el siguiente post. ENLACE